lunes, 22 de junio de 2009

La leyenda de "El golpe del perfume"



Circula una cadena de cartas, una evidente leyenda urbana, un hoax, en el que se nos pide tener cuidado con los demostradores de perfumes, ya sea que anden en la calle o en centros comerciales. Esta leyenda circula en Internet al menos desde 1999 y es muy popular.

En pocas palabras, se nos pide tener cuidado con esos falsos demostradores de perfumes porque en realidad nos dan a oler una poderosa droga que nos adormece, circunstancia que es aprovechada por los amantes de lo ajeno para desvalijarnos de nuestras pertenencias, en ciertas versiones se insinúa que hasta nos pueden robar los órganos.

Pero algo huele mal en esta historia, ¿ladrones armados de somníferos? El perfume del engaño flota en la atmósfera. Los significados simbólicos que esconde esta leyenda hace que la relacionemos fácilmente con los cuentos populares de antaño, en este caso el perfume juega el mismo papel que las manzanas y alfileres envenenados de relatos como el de Blanca Nieves y de la Bella Durmiente. Por su parte, la mención de una persona de aspecto anodino, generalmente de un hombre amable, nos habla de las artimañas del camuflaje empleadas por las figuras maléficas de antaño empleadas para engañar a las víctimas potenciales. Se trata de ingredientes retóricos infalibles que cumplen funciones clásicas y mágicas dentro de este tipo de relatos sobre la violencia urbana moderna.

La mención de los centros comerciales (malls) nos pone en la pista de los llamados “no lugares” de los que habla Marc Augé como sitios anónimos y desangelados donde solo estamos de paso y que son frecuentemente mencionados como escenario de las leyendas urbanas.

En las distintas versiones que circulan sobre esta leyenda urbana se nos dice que la víctima se desmaya, en otras que ha habido muertos. Aquí el desmayo es un elemento que induce al temor de no tener control sobre nuestro propio cuerpo y más aún, que alguien más sea el que ejerce un control absoluto sobre nosotros, privados de voluntad.

Preguntémonos un poco más ¿qué puede ser la misteriosa sustancia que nos desmaya? ¿Éter? ¿Cloroformo? Ambas sustancias suelen ser confundidas dentro de la cultura popular, en buena parte gracias a la difusión de los medios, en cuyas ficciones mediáticas tanto una como otra se han vuelto populares como sustancias “duerme todo”, cuando en realidad cada persona reacciona distinto a ellas. Karina Malpica, en su página Web Las drogas tal cual nos ilustra sobre las diferencias principales entre el cloroformo y el éter:

"La diferencia principal entre el éter y el cloroformo es que bastan de 4 a 8 gotas de cloroformo disuelto en algún liquido para obtener algún efecto, mientras que la dosis de éter debe ser del triple o el cuádruple. No existe un mercado negro de estas sustancias pero el éter es altamente inflamable y el cloroformo es de alta toxicidad, por lo que su circulación está restringida... Dosis bajas de éter producen una desinhibición controlable así como una sensación de que se aguzan los sentidos y el intelecto. Dosis medias y altas suscitan alucinaciones visuales y sobre todo auditivas, así como una marcada desinhibición que puede manifestarse en el terreno sexual, en cuanto a sus efectos fisiológicos, el gusto a éter y cloroformo permanece durante días en la boca y la garganta. Su empleo crónico ocasiona dolores estomacales y vómitos, insomnio, irritabilidad, debilidad física y pérdida del impulso sexual... Durante la segunda mitad del siglo XIX, gracias a la propagación de los escritos de William James sobre el óxido nitroso y a las apologías de Maupassant sobre el éter, la moda de inhalar anestésicos se impone entre los círculos cultos. Jean-Louis Brau relata en su Historia de las drogas: ‘En Estados Unidos, hacia 1830, el éter había estado en gran boga. La buena sociedad de Nueva York, de Boston y de Filadelfia organizaba aeter parties... igual que la francesa en Saint-Germain-des-Prés en 1853’... El éter, el cloroformo y el óxido nitroso fueron sustancias muy usadas durante el siglo pasado y buena parte del actual, tanto a nivel privado como en fiestas multitudinarias. Si hoy se hallan fuera de circulación no es porque carezcan de efectos eufóricos o sean difíciles de obtener, probablemente les falta el aura de fascinación adherida a cualquier prohibición."



Debido a lo anterior y la variabilidad de sus dosis y efectos resulta que tanto el éter como el cloroformo sean la misteriosas sustancias protagonistas de esta leyenda urbana. ¿Cianuro? Tampoco, es demasiado fuerte y actúa demasiado rápido induciendo la muerte. Su popularidad, junto con las dos sustancias anteriormente mencionadas, se debe a su constante presencia en los thrillers (policíacos y de misterio). ¿Algún “agente nervioso”? Improbable, pues no suelen circular fácilmente, no están disponibles para cualquiera que desee dormir al primer vecino que pase.

Al examinar los distintos reportes de laboratorios y centros de salud encontramos que no existe un solo reporte verídico que confirme la existencia de una banda de ladrones con tales características... Definitivamente, aquí huele a mito.